Friday, October 28, 2011

Muy verdadero análisis de Naufragios por Pedro Gawronski


Sufrimiento, padecimiento, pena y dolor, malestar y mala suerte y sorpresa son las palabras que surgen en mi mente al analizar esta obra. Creo que ante de todo la palabra de Naufragios es sufrimiento, porque realmente Cabeza de Vaca y los demás sufrieron -murieron casi todos.

Este es mi muy verdadero análisis de Naufragios de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Mientras leía Naufragios hallé varios puntos importantes. Primero: Cuando pensamos en conquistadores o exploradores pensamos en mucha gente a caballo y/o muchos soldados con armas, navíos que traen muchas cosas necesarias por la expedición. Y esos soldados bajo el mando de un(os) héroe(s) esclavizan los indios o si no, los matan, los gobiernan, someten al poder de Dios, la Iglesia, La Corona, los líderes de la expedición (que es lo mismo) etcétera. Al contrario lo que vemos desde muy pronto son soldados (pueden ser soldados), son seres aparentemente frágiles. Es cierto que tenían que combatir a los indios, pero es obvio que no tenían los recursos disponibles para darles batalla. Tenían que tratar a los indios como iguales o bien superiores. Por ejemplo, los indios tomaron dos de los españoles y ellos dos de los indios, pero los indios trataron de escapar; los de tribu o lo que sea, el grupo de indios no dejaron salir a los dos cristianos.

Fue muy pronto en el relato que los españoles perdieron el barco en la noche y quedaron en la playa desnudos Y débiles. Al amanecer los indios iban a luchar con ellos pero por hallarles en esta condición empezaron a ayudarles a ellos. Al día siguiente les trajeron comida [mientras tanto, sabiendo que los navíos partieron para la Florida, me preguntaba ¿Dónde están ahora? Repetidas veces.]

Aunque no he sido capaz de seguir el hilo de la historia en cuanto al número de navíos que había o por qué iban algunos en tierra y algunos en barco. Sí entendí que perdieron los navíos uno después del otro por el mal tiempo, y que Cabeza de Vaca se perdió en la tierra. Esta es una historia de sufrimiento grande. Cuantas veces dijo, Cabeza de Vaca, que no tenía que comer por días enteros. Llegó al punto que comía paja con uno de las tribus. Comía muchas tunas y bebía el zumo, etc. También parece ser de mucha importancia el agua dulce. Me sorprendió que hablaba a menudo del frio porque imaginaba que estaban en la Florida y ¿no hace calor en todos los estaciones del año en la Florida? Imaginaba que la isla de Mal Hado debe ser un isla como Cayo Hueso.

Otra cosa interesante es que Cabeza de Vaca escapó de los indios y trabajo como alguien quien sana por medio de la fe. Mucho del relato explica como los indios creían que podía curarlos y cuanto le pagaban por hacerlo. Parecía ser cierto según Cabeza de Vaca explica, pero ¿qué piensan? Sanaba a los indios. Me parece que los indios sufrían tanto como él. No sé porque creían en él. Era interesante que todos los indios quisieran tocarlo como si eso fuera suficiente para sanarlos. Eso me hizo recordar a Jesucristo y la mujer que se sanó por solo tocar el borde de su manto.

A veces interrumpe el curso de su narrativa para explicar acerca delos indios de aquella tierra. En el Capitulo 24 nos explica de sus costumbres y en el Capitulo 26 de las naciones y lenguas. Dice que había aprendido seis de sus lenguas pero no era suficiente para comunicarse siempre, porque había mil lenguas o más.

También me impresiono cuanto vocabulario nuevo había en el texto, he buscado muchas palabras en el diccionario.

Es interesante que cuando llegaron los otros españoles, los indios no parecieran tener miedo de ellos, o bien rehusaron obedecerles. Ni siquiera creían que Cabeza de Vaca y sus compañeros fueran del mismo origen. No creían tampoco que eran del mismo origen. Les explicaban así, “A los cristianos les pesaba de esto, y hacían que su lengua les dijese que nosotros éramos de ellos mismos, y nos habíamos perdido mucho tiempo había, y que éramos gente de poca suerte y valor, y que ellos eran los señores de aquella tierra, a quien habían de obedecer y servir. Mas todo esto los indios tenían en muy poco o nada de lo que les decían; antes, unos con otros entre sí platicaban, diciendo que los cristianos mentían, porque nosotros veníamos de donde salía el sol, y ellos donde se pone; y que nosotros sanábamos los enfermos y ellos mataban los que estaban sanos; y que nosotros veníamos desnudos y descalzos, y ellos vestidos y en caballos y con lanzas; y que nosotros no teníamos codicia de ninguna cosa, antes todo cuanto nos daban tornábamos luego a dar, y con nada nos quedábamos, y los otros no tenían otro fin sino robar todo cuanto hallaban, y nunca daban nada a nadie.”(102-103)

Cabeza de Vaca y sus tres compañeros son los cuatro que sobrevivieran de todos los que fueron allí.

Dice al final Cabeza de Vaca de los cuatro que sobrevivieron “El primero es Alonso del Castillo Maldonado, natural de Salamanca, hijo del doctor Castillo y de doña Aldonza Maldonado. El segundo es Andrés Dorantes, hijo de Pablo Dorantes, natural de Béjar y vecino de Gibraleón. El tercero es Álvar Núñez Cabeza de Vaca, hijo de Francisco de Vera y nieto de Pedro de Vera, el que ganó a Canaria, y su madre se llamaba doña Teresa Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera. El cuarto se llama Estebanico; es negro alárabe, natural de Azamor.” (115)

Friday, October 21, 2011

Análisis de Bernal Díaz del Castillo por Rafael López


Para iniciar, falta un poco de contexto de Bernal Díaz del Castillo. Fue soldado español que viajó al Nuevo Mundo bajo las expediciones de Pedro Arias de Ávila. Participo en varias batallas y expediciones, las imprescindibles siendo los viajes a México: el descubrimiento con Francisco Hernández de Córdoba en 1517, la exploración con Juan de Grijalva en 1518 y la conquista con Hernán Cortés en 1519. Al momento que escribe el texto, es regidor de la ciudad de Santiago de Guatemala.

El Prologo: Castillo entra al discurso de la conquista como el soldado que fue, listo para batallar sobre el tema de lo verídico en cuestión a la historia de la conquista del Nuevo Mundo. Su primeros golpes son el título del texto: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España y la primera oración del Prologo, cuando dice “Yo… autor de esta muy verdadera y clara historia... que es desde el descubrimiento, y todas loas conquistas de la Nueva España, y cómo se tomo la gran ciudad de México” (1). Castillo aquí establece su argumento y propósito primaria, que él va contar los hechos verídicos sobre los relatos antedichos y dar luz a la falsedad de que la conquista fue ganada por un solo hombre, Cortés. El segundo propósito se encuentra en las siguientes frases cuando dice que “Francisco López de Gómara, que no solamente va errado en lo que escribió de la Nueva España, sino que también hizo errar a dos famosos historiadores… Doctor Illescas y el Obispo Paulo Iobio” (1). Aquí el segundo propósito de Castillo es de sacar a la luz los errores de Gómara y por influencia a los dos historiadores, y refutar sus escrituras sobre la conquista.

Capitulo XVIII: En éste capítulo, Castillo se dedica a la negación de todo lo que el “mal informado” (42) Gómara ha escrito sobre la conquista. Por ejemplo, aparece frases como “Gómara… no quiso ver ni entender… que los verdaderos conquistadores y curiosos lectores que saben lo que pasó, claramente le dirán que en su historia en todo lo que escribe se engañó” y que “las demás historias que escribe… también irá todo errado” (43). Aquí, Castillo claramente deja saber que Cortés no fue el único conquistador y que Gómara escribió una mentira. Además Castillo aprueba su propia voz como verídica cuando habla de unos errores que cuenta Gómara (mediados de p. 43) e interpone su argumento diciendo “mas la verdad es así” (43). Existen varios ejemplos de este estilo, en que conté aproximadamente 26 veces que Castillo invalida a Gómara por diciendo que hizo error o es mal informado etc. Por cierto Castillo confirma que él es honesto y muy bien informado. Acerca de este último punto Castillo declara que Gómara habla de “contrariedades y falsas relaciones”(45) por ser parte de un grupo que “escribieron de oídas” que significa que lo que ellos escriben son cuentos de alguien mas. Pero al contrario, Castillo y sus compañeros hablan la verdad “como testigos de vista” (45) o es decir porque ellos pasaron por estos relatos personalmente.

Capítulos LXXXVIII-XCIII: Lo impresionante de estos capítulos fue el muy gran detalle en que Castillo recuerda los relatos de la entrada a Tenochtitlan. Se dice que Castillo ya estaba muy viejo cuando escribió éste texto y que lo escribió de memoria. Éste acto es sensacional en si mismo. Aparte de esto, aparece la incluida de la doña Marina como traductora y personaje de importancia para Cortés y los españoles (p. 210-11) hasta citándola traduciendo las palabras de Montezuma en la p. 211 <>. Tan importante aparece ser la Malinche que Montezuma le llama a Cortés “Señor Malinche” (214) reconociéndolo como el Señor de esta mujer. En estos capítulos, Castillo explica los relatos con tanto detalle que este texto presta una perspectiva mas cotidiana e intima de la vida mexica aunque desde el punto de vista de un soldado español. La entrada a la gran plaza (capítulo XCII) y al mercado de la ciudad de Tenochtitlan (222) es un ejemplo de esto.

Sobre todo creo que el relato de Bernal Díaz del Castillo ofrece un artículo de relleno a cerca de la información sobre la conquista del Nuevo Mundo, que tanto nos hace falta tomando en cuenta la ofrenda magra de las cartas de Cortés y los trabajos miopes de Gómara y otros historiadores.

Saturday, October 15, 2011

La Segunda Carta de Cortés por Veronica Short


La Segunda Carta de Hernán Cortés, enviada a Carlos V, nos presenta un retrato del Nuevo mundo, con una imagen de los indígenas y sus costumbres antes de la colonización, que ocurrió durante los primeros encuentros en México. La carta cubre un año, desde 1519 hasta 1520, antes de la caída de la gran ciudad de Tenochtitlán, que Cortés describe en la carta siguiente. Esta “Segunda relación” narra el viaje de Cortés y los exploradores a la capital mexica para conocer al poderoso Montezuma, y describe los pueblos que encuentra en el periplo. La carta llega a un clímax dramático cuando a través de unos eventos lamentables, los españoles salen huyendo en plena guerra contra los indígenas. Aunque se nota la maravilla de las ciudades, Cortés no enfoca su carta en la hermosura de la tierra y la vegetación ni en la inocente disposición de la gente para convertirse al evangelio como hizo Colón, sino se concentra en informar al rey de España de la presencia del oro, su derecho sobre la tierra que encontró y justifica la gran batalla que resultó con los indígenas. Al momento de escribirla, Cortés está sumido en una guerra de armas contra los indígenas y también una batalla de palabras contra los europeos.

Es genial como Cortés maneja la carta para defenderse ante sus lectores y los acusadores potenciales. Con la rebelión contra Velázquez, Cortés tendría que explicar sus acciones. Sin embargo, uno de los temas principales que destaca aun más es su defensa ante el rey en como trató a los indígenas. Como para este tiempo Bartolomé de las Casas ya está actuando como defensor de los indios, es posible que Cortés pudiera estar acusado de trato injusto. Cortés, en su astucia establece la necesidad de conquistar y matar a los idólatras como una manera de justificación ante su audiencia europea cristiana.

La apertura de esta carta ya señala el conflicto de las religiones: de “Mutezuma, y de sus ritos y ceremonias” y el “muy alto y poderoso y muy católico principe (sic)” (37). En solamente una línea Cortés establece un poder contra el otro y una religión contra la otra. Por ello, explica que está “ocupado en la conquista y pacificación de esta tierra” (37). No señala de inmediato qué es la religión contra la cual pelea, pero implica que no es una religión ordenada. Sin él y la influencia española, no habría paz, la cual es un concepto interesante según Cortés. Para los españoles la paz significa una batalla en que ellos ganan.

Para que los lectores puedan tener algún entendimiento de esta tierra extraña, Cortés utiliza conceptos occidentales para describir las ciudades y la gente. Las imágenes que escoge dirigirían a su audiencia. La primera comparación que hace es con la ciudad de Granada (49), la cual fue la última fortaleza de los moros. De inmediato hay una conexión de los indígenas del Nuevo Mundo y los herejes contra los que España luchó por 700 años para retomar el país. Mientras que Cortés está asombrado de la calidad del mercado que encuentra en el Nuevo Mundo, desprecia otros elementos. Dice que el mercado es “como la mejor de España” y que hay “buena orden y policía y es gente de toda razón y concierto, tal que lo mejor de Africa (sic) se iguala” (49). Mientras que no equivale lo de España, es mejor que lo de África. Parece cosa insignificante, pero puede servir en llamar a la atención del origen de los moros. Continua con esta correlación con la ropa indígena: “traen albornoces encima de la otra ropa, aunque son diferenciados de los de Africa porque tienen maneras: pero en la hechura, tela y los rapacejos son muy semejantes” (54). No solamente implanta una imagen de las ciudades como los moros, sino una de la gente, que también representaría enemistad y guerra.

Como he dicho anteriormente, el centro del choque cultural es, por supuesto, lo de la religión. Cortés hace su comparación y argumento final y más fuerte contra los indígenas en su descripción de sus templos. Llama a todos los santuarios aztecas “mezquitas,” que son los centros de alabanza para los moros. Además, en estos templos hacen sacrificios humanos. Esto traería una imagen de idólatras, y, también justifica la apropiación de la tierra de los bárbaros, como una continuación de la reconquista. Cortés declara al rey que “estábamos en disposición de ganar para vuestra majestad los mayores reinos y señoríos que había en el mundo y que demás de hacer lo que como cristianos éramos obligados, en pugnar contra los enemigos de nuestra fe” (48). Como buen soldado sirviente del rey, continuara en el mismo estilo de los Reyes Católicos.

Sin embargo, si Cortés estaba tan dispuesto a ganar las almas para la fe, ¿por qué se deleita tanto en la matanza? Dice que “Dios nos dio tanta victoria que les matamos mucha gente” (46). Es curioso su uso de la “victoria.” Si su misión era hacer conversos, su definición de victoria sería eso, y lamentaría la pérdida de la oportunidad.

En fin, la carta de Cortés demuestra un deseo de justificarse ante un lector occidental y exponer la necesidad de matarles. En su intento hablar con Montezuma, pretende disipar su miedo, y, como un hombre queriendo seducir a una doncella, le promete que solamente quiere “tener mucha conversación” (55). Cortés no solo seduce a los “herejes”, sino les viola, apropiándose de su tierra y su oro.

Friday, October 7, 2011

El primer viaje a las Indias, por Ernesto Castellanos


Cristóbal Colón, con la venia de la corona española, se hace a la mar el 3 de agosto de 1492 y parte desde el puerto de Palos en Sevilla, en busca de su inquietante intriga geográfica, pero no sería hasta treinta y cinco días después que el Almirante zarpe definitivamente desde la isla de Gomera con su más protegido y justificado viaje en busca de las Indias.

A bordo de la nave Santa María, el Almirante pone su vista en el Oeste y su compás en la esperanza de unos vientos alisios que lo impulsen hacia su lado más vital. Le acompañarían dos carabelas llamadas La Pinta y La Niña, las cuales surcarían las aguas del Atlántico rumbo a lo oriental y terrenalmente eterno.

El 6 de septiembre de 1492 una energía se versa hacia el oriente y el Almirante debe por fuerza obvia, real e imperiosa recoger los pormenores de la travesía como prueba fehaciente del respeto a sus majestades por la confianza dada a su persona. Nace de esta manera el “Diario de Colon” en el cual plasmaría además de dicho agradecimiento a tal confianza dada, las diversas situaciones por las que atravesó la expedición. Un detallado, exclusivo, sincero e informativo análisis de la travesía y su futura empresa, se desgarrará cada día para registro de sus majestades. Cada centavo real debe estar protegido y el Almirante será fiel en su voluntad, pues la inversión de la corona había salido con muchas expectativas esperanzadoras de conquista.

Durante la travesía Colon se enfrenta con desaforados motines producto de la impaciencia de la tripulación, pues la cantidad abrumadora de agua y por ende la ausencia de tierra como elipsis tranquilizador, desprendía inseguridad que podía atentar contra la empresa en cuestión. El Almirante toma la decisión de desorientar a la tripulación en cuanto a las leguas recorridas diariamente para así poder manipular los desatinos de la desesperación. Mostrabasé el viaje con temores y Colón debía protegerlo a como diese lugar; “…puesto que decía a la gente trece leguas porque siempre fingía a la gente que hacia poco camino porque no les pareciese largo; por manera que escribió por dos caminos aquel viaje, el menor fue fingido, y el mayor el verdadero…” (6). El decir una distancia navegada diferente a la real fue el detalle salvador de una voluntad férrea que en Colón encontró puerto, pues la insubordinación hacia el Almirante no supo de tregua hasta que las palmas apaciguaron las ánimas.

El 12 de octubre de 1492, al mejor grito de Triana, Colón pisa tierra y es el momento oportuno para iniciar la conquista, pues toma posesión de la Isla en nombre de la corona española. Para mí este punto es crucial y por demás clarifica la firme intensión de que la conquista comenzaba a dar sus primeros pasos; “…Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, […] y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores…” (9). Tal acto de posesión denota la arrogancia ávida de conquista de una monarquía española a la cual no le temblaría la mano si de subyugar fuese necesario. Una corona representada en la empresa bajo la figura del Almirante y demás oficiales reales a quienes poco les importaban si las Islas querían su dominio o no. España necesitaba territorios, pero sobre todo necesitaba dinero. Necesitaba oro, plata y bronce, pues las arcas estaban a un paso de la quiebra y la guerra contra los Moros fue la tubería por donde se hirieron los egos. Si había pobladores o no, no era la cuestión determinante, aquí lo esencialmente imperioso descansaba en la posibilidad de encontrar oro y especies y si en la búsqueda del mineral aparecían habitantes, pues mucho mejor, pues estos orientarían a la corona en su búsqueda. Un sondeo a medio ojo y a desprender los tentáculos reales para tener mano de obra dispuesta a colaborar. La Santa Croce llevaba su paso marcado y pronto dio con los indígenas.

La relación del Almirante con los pobladores indígenas tuvo su base en el menosprecio humano, pues si por un lado Colón los describía como hermosos y sanos, por el otro ya los concebía esclavos de la corona, pues la lozanía que veía el Almirante en los indígenas, la tradujo en perfectas criaturas salvajes deseosas de ser convertidas a la Santa fe. Esta visión tan pobre del Almirante lo lanza, con toda su comitiva, a un peldaño de total vacío espiritual. Tantos años de biblia no les sirvieron de nada a una humanidad occidental que descaros repartió como parábolas malinterpretaron, pues no supieron reconocer el Amor en su más clara desnudez rojiza.

El único interés de la empresa en el área, era el oro y si estos mansos y tontos indígenas, como muy probablemente eran vistos por el Almirante, no ayudaban a localizarlo a punta de cascabeles, lo harían a punta de espadas. Es cierto, al leer el diario, que Colon fue respetuoso con ellos y que nunca osó en agredirlos, en cambio la protección se paseaba de isla a isla, pero la intensión del Almirante era, única y exclusivamente, quitarles el oro y moverlo al imperio real; “…Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, […] y por señas pude entender que yendo al Sur […] estaba un rey que tenía grandes vasos de ello,…” (11). La ideología que se desprende de las anotaciones de Colón, tiene fuerte carencia de respeto al hombre, pues numerosos fueron los llantos de una civilización indígena que vivía en el deleite de su ser pleno.